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Violencia y paz

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Violencia y paz es el titulo de la columna de opinión de la Mtra. Alejandra Alpuche Vélez en el Universal Puebla. ¿Quieres conocerla?

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La violencia en las relaciones humanas siempre ha existido, por lo mismo, no se podría afirmar que “antes” los jóvenes no se peleaban a golpes, o que no existían las desapariciones forzadas o la violencia de género, sin embargo, lo cierto es que las situaciones de violencia sí se han incrementado, así como, la evidencia de las mismas a través de fotos y videos captados en el instante y distribuidos como cualquier otra imagen en distintos medios, es cuestión de todos los días. Lo anterior supone algunas consecuencias como: la normalización de la violencia, el efecto espectador y la visibilización de la misma.

En cuanto a la normalización, lo que sucede es que las situaciones violentas son tan cotidianas que las personas al verlas ya no se sorprenden, y lo peor es que ya no se indignan porque es “normal”, lo que ocasiona que no haya una invitación a hacer las cosas diferentes, o también que provoque el evadir la realidad porque “ya no me quiero enterar”, ¡claro! hasta que no le pase a uno o a alguien cercano.

Otra consecuencia tiene que ver con los observadores de lo que sucede, los cuales en múltiples ocasiones no hacen nada por detener o denunciar el hecho violento. Lo anterior se debe a lo siguiente, por un lado existe el efecto espectador, el cual sugiere que en una situación de emergencia es menos probable que alguien intervenga cuando hay más personas que cuando se está solo, y aunque existen investigaciones más recientes que contradicen este fenómeno, también se han presenciado varios ejemplos donde las personas prefieren grabar lo que sucede que intervenir. Esto se puede explicar también por una segunda causa, en donde la falta de confianza en las autoridades motiva al espectador a mejor no involucrarse para no salir afectado también.

Finalmente, la visibilización de violencia, la cual podría ser considerada la más sana, ya que en la actualidad la información llega más rápido, las imágenes y las grabaciones pueden ser generadas por cualquier persona, lo que hace más difícil que se oculten o se manipulen como en otra época donde los medios de comunicación no decidían solos lo que iban a transmitir a la población. En ese sentido cada vez existe más conciencia de lo que sucede y de la gravedad del problema a nivel local, regional y nacional. Esta conciencia debe invitar precisamente a hacer algo como respuesta ante lo que sucede.

Un ejemplo concreto es el reciente encuentro “Diálogo Nacional por la Paz”, el cual fue impulsado por la Conferencia del Episcopado Mexicano, la Conferencia de Superiores Mayores de México, la Dimensión Episcopal para los Laicos y la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús, y en el que se dieron cita académicos, organizaciones de la sociedad civil, campesinos, indígenas, representantes de diversas religiones, personas migrantes, representantes de gobiernos locales y ciudadanos en general.  Durante este encuentro se comenzó por hacer un análisis de la realidad nacional y escuchar las voces de distintos grupos afectados por la violencia, para después reconocer y reflexionar sobre las buenas prácticas que sí existen y que pudieran orientar una agenda nacional de paz.

Entre las acciones para iniciar el camino de paz, destacan: impulsar la empatía y solidaridad con las víctimas de la violencia, generar espacios de diálogo interinstitucional y la mediación para la resolución positiva de conflictos, promover procesos de sanación familiar y comunitaria para atender las secuelas de la violencia, promover en las escuelas una educación para la paz, recuperar el espacio público como lugar de encuentro y organización comunitaria, promover acuerdos laborales, impulsar comunidades comprometidas con el cuidado, fortalecer la cultura de la hospitalidad, impulsar programas de prevención y atención de las adicciones, realizar acciones de cuidado del medio ambiente, promover la participación de la ciudadanía en el diseño e implementación de las políticas de seguridad, fortalecer los procedimientos de justicia restaurativa, reconocer, dignificar y recuperar el liderazgo de las policías municipales y comunitarias, y convocar a expertos a una evaluación y rediseño del sistema de seguridad, justicia y cárceles de México.

La tarea claramente no es sencilla, pero como reflejan estas acciones, la respuesta debe ser integral e involucrar a todas las personas y sectores, empezando por preguntarse ¿qué me toca a mí hacer?

Publicado originalmente en El Universal Puebla.
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Material gráfico
Misael Chirino Durán
Fotografía
Ramón Tecólt González

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