Cursos en línea, ¿buena alternativa para aprender?
Autoría: Cintia Fernández Vázquez
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El auge de los servicios de videollamada y video streaming a partir de la pandemia, ha generado un fenómeno interesante en la oferta de “cursos en línea” dirigidos a un público adulto.
Desafortunadamente no todo en este fenómeno es positivo, pues a pesar de que la diversidad y el acceso a oportunidades para aprender prácticamente cualquier cosa ha incrementado, también es cierto que gran parte de lo que hoy llaman “cursos en línea” no son más que video sesiones en vivo o grabadas con poca o nula calidad audiovisual.
Por otra parte, este tipo de “cursos en línea” se sustentan en una noción obsoleta de la manera en la que los seres humanos aprenden. Me refiero a esa creencia errónea de que la información puede convertirse en conocimiento o aprendizaje. La evidencia científica actual es contundente, cuando hay experto hablando y una audiencia pasiva escucha, los resultados de aprendizaje son casi nulos.
Lo anterior es aún más cierto cuando los aprendices escuchan al experto mientras hacen otra cosa (quehaceres domésticos, deportes, las compras, etc.), de tal manera que la atención dividida dificulta la retención de la información escuchada, pues es mucho más difícil recordar cualquier dato cuando no se asocia de inmediato con una tarea de aplicación.
Así que si haces un “curso en línea” mientras lavas los trastes, solamente sería significativo si el contenido es relativo a los mejores métodos para lavar eficientemente los trastes.
Si el “curso en línea” es gratuito la pérdida no es mayor, pues seguramente incrementará la cultura general del oyente y si realizó el curso mientras hacía otra tarea productiva, pues tampoco es una pérdida de tiempo. El efecto es similar a escuchar música mientras barres, es decir, puedes volver interesante o entretenida una tarea con poco valor intelectual o físicamente exigente.
Si este tipo de “curso en línea” tiene un costo, pues solamente tendrá cierto retorno de inversión si se obtiene una constancia con valor curricular, pero esta constancia no necesariamente avala que has adquirido una habilidad, conocimiento o competencia. Solo avala que pagaste por escuchar a un experto.
Entonces, como adulto que genuinamente desea o necesita aprender, ¿cuándo vale la pena invertir tiempo y dinero en una alternativa de formación en línea? A continuación, te comparto algunos elementos a considerar:
1) El elemento más importante es la disposición a organizar un tiempo en tu agenda semanal y un espacio físico para enfocarte en aprender, sin la atención dividida.
2) Otro aspecto prioritario a considerar es que se cuente con un contexto en el cual sea posible aplicar lo aprendido.
3) Tener en cuenta que, si el “curso en línea” se limita a videos, la responsabilidad del aprendizaje recae mayormente en la persona que aprende y no en la persona que enseña o en el ambiente de aprendizaje. En este caso lo mejor es asegurarse que se obtendrá una constancia que avale el esfuerzo “extra” que como aprendiz tendrás que realizar para aprender.
4) Si deseas invertir en un curso en el que la responsabilidad del aprendizaje sea compartida entre el enseñante y el aprendiz, entonces considera los siguientes mínimos de calidad:
- Existe una plataforma virtual para aprender en la que se organizan diversidad de recursos, contenidos y actividades en secuencias de aprendizaje prediseñadas (por ejemplo Google Classroom, Moodle o Brightspace).
- Se solicita la entrega de evidencias de aprendizaje: trabajos, tareas, proyectos, etc.
- Existe un método de evaluación riguroso de las evidencias de aprendizaje entregadas.
- Existen escenarios virtuales en los que es posible dialogar con colegas u otras personas con intereses de aprendizaje en común.
- Se ofrece acompañamiento de una persona o grupo de personas expertas que resolverán dudas y orientarán tu proceso de aprendizaje.
Si el curso en línea en el que te inscribes cuenta con estos mínimos de calidad, es altamente probable que los resultados en tus procesos de aprendizaje en línea sean muy valiosos y que la constancia que recibas avale un aprendizaje, conocimiento, habilidad o competencia que eres capaz de experimentar más allá de un documento.
En conclusión, desde mi punto de vista, una experiencia formativa que se limita a consumir videos tiene un retorno de inversión casi nulo en términos de resultados de aprendizaje. Mientras que una experiencia formativa que se sustenta en sólidos principios de diseño instruccional, seguramente tendrá un gran impacto en el proceso de desarrollo de cualquier persona adulta que desea mantenerse actualizada y aprender cosas nuevas.
Si consideras que esta información puede servirle a alguien comparte y te esperamos en la siguiente entrega de esta columna que es tu #CiudadDigital.
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