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Mano con pluma escribiendo
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Escribir bien en tiempos de inteligencia artificial

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En definitiva, el reto no es prohibir el uso de la IA, sino aprender a convivir y escribir con ella de manera responsable

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Al inicio del periodo escolar pedí a mis estudiantes que escribieran en un foro párrafos relacionados con su elección de carrera y de universidad. Quedé gratamente sorprendida por lo bien que habían redactado: sin faltas de ortografía, con buena coherencia y respondiendo cuidadosamente a las intervenciones de sus compañeros. Por supuesto, los felicité y los animé a seguir poniendo empeño y atención en su escritura. Me emocionó pensar que, a pesar del uso constante de redes sociales —donde suelen escribir sin cuidado—, cuando se trataba de un ejercicio académico mostraban seriedad y esmero. Sin embargo, esa emoción duró poco.

Durante la primera evaluación, redactaron conclusiones basadas en la interpretación de gráficas y el análisis de datos. La diferencia entre sus primeros textos y lo entregado en la evaluación fue abismal. Al indagar sobre la razón, descubrí que la mayoría había utilizado ChatGPT en el primer ejercicio. Esto me llevó a reflexionar sobre dos cuestiones importantes: la primera, que es válido apoyarse en herramientas digitales para mejorar la redacción, pero escribir bien no es solo una cuestión de forma, sino también de fondo.

Escribir bien en tiempos de inteligencia artificial 
Escribir implica pensar, organizar ideas, argumentar y reflexionar, procesos que fortalecen la capacidad de análisis y la creatividad. Cuando dejamos ese trabajo en manos de la inteligencia artificial (IA), renunciamos a desarrollar habilidades propias. La segunda cuestión tiene que ver con el uso ético de estas tecnologías. Ni la inteligencia artificial ni ninguna otra herramienta sustituirá el trabajo intelectual de quienes las emplean. Es responsabilidad de todos los usuarios reconocer que estas plataformas son solo un apoyo y que su verdadero valor depende del uso crítico y consciente que se haga de ellas.

No estoy en contra de la IA ni de ninguna otra innovación tecnológica. Al contrario, considero que la labor docente debe incluir la promoción de su uso ético y responsable. En el contexto actual, es necesaria la integración de las tecnologías digitales en la educación, sin embargo, este desafío implica transformar la práctica docente y orientar a los estudiantes para que aprendan a utilizar las herramientas digitales de manera ética, crítica y creativa.

La tarea del docente
En este sentido, la tarea del docente no puede limitarse a señalar los errores o a advertir sobre los riesgos del uso indiscriminado de la IA. Es necesario diseñar estrategias pedagógicas que incentiven a los estudiantes a reconocer el valor de su propio pensamiento. Actividades como la escritura reflexiva, los debates en clase, la construcción de proyectos colaborativos o el análisis de casos reales permiten que los jóvenes distingan entre lo que una herramienta puede resolver y lo que requiere la aportación única de su criterio y experiencia. De esta manera, el profesor se convierte en guía y acompañante en el proceso de aprender a pensar con y más allá de la tecnología.

Asimismo, resulta fundamental que los estudiantes comprendan que escribir con claridad y profundidad no es únicamente una habilidad académica, sino una competencia profesional y humana. Un egresado que sabe argumentar con solidez y comunicar sus ideas de manera estructurada tiene mayores posibilidades de generar confianza, de persuadir y de destacar en cualquier ámbito laboral. La escritura es, en ese sentido, una carta de presentación que trasciende el aula.

Aprender a convivir con la IA
En definitiva, el reto no es prohibir el uso de la IA, sino aprender a convivir con ella de manera responsable. Si los estudiantes logran comprender que escribir no es un mero trámite, sino una forma de pensar y de construir conocimiento, entonces las herramientas digitales se convertirán en aliadas poderosas y no en sustitutos de su esfuerzo intelectual. La educación, en este sentido, debe orientarse hacia la formación de individuos capaces de discernir, analizar y crear, apoyándose en la tecnología, pero sin perder de vista que el pensamiento humano sigue siendo insustituible. 

Publicado originalmente en Ángulo 7.
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Material gráfico
Misael Chirino Durán
Fotografía
Ramón Tecólt González

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