¿Resistirá la Madre Tierra?
Autoría: Guadalupe Hernández Chávez
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El pasado 22 de abril se conmemoró el Día Internacional de la Madre Tierra instaurado por la Organización de las Naciones Unidas en 2009. Basta una rápida búsqueda en Internet para notar que hay diversos días relacionados con el cuidado del medio ambiente: día del bosque, de las montañas, del agua, de la vida silvestre, de la biodiversidad, entre otros. Todas estas conmemoraciones son de suma importancia porque contribuyen a sensibilizarnos sobre la necesidad de cuidar nuestros recursos naturales. En Latinoamérica, los pueblos originarios tenían un sentido de respeto hacia la tierra. Hubo una época en que se le pedía permiso para sembrar o cosechar. El Papa Francisco publicó en 2015 la carta Encíclica Laudato Si sobre el cuidado de la casa común, documento que nos invita a reflexionar sobre el uso de nuestros recursos naturales, así como a evitar su uso irresponsable, y hace un llamado a todas las personas, independientemente de su fe, a tomar medidas para proteger el medio ambiente.
Con estas y otras acciones para hacer conciencia sobre el cuidado de nuestros recursos naturales, cabría esperar que se notara un cambio en nuestras acciones para proteger el medio ambiente, por lo menos a nivel individual, pues más allá en involucrarse en actividades comunitarias o apoyar legislaciones y políticas ambientales, son las pequeñas acciones las que están en nuestras manos, y toda acción, por pequeña que sea, suma y podría marcar la diferencia en la preservación de nuestro planeta. Sin embargo, se ve muy lejano un verdadero cambio en nuestro actuar, pues basta ver a los conductores que sin el menor reparo bajan la ventanilla de su auto y arrojan su basura en la calle, al vecino que lava su auto con la manguera o aquel que deja que el agua se desperdicie porque olvidó apagar su bomba. Y qué decir sobre nuestros hábitos de consumo o del reciclado de materiales para reducir la cantidad de basura. Me parece que la meta aún no se vislumbra en el horizonte.
Considero que hace falta una labor educativa intensa desde nuestro hogar, pues habría que enseñar a nuestros hijos, sobrinos o nietos lo que nuestros ancestros sabían desde siempre: que no podemos romper nuestra relación con la madre tierra porque esta relación es de interdependencia, que la tierra no solo es madre de las personas, sino que es madre de todo lo que en ella crece y de todos los seres vivos que forman parte de nuestro ecosistema, que al ser nuestra madre es un sujeto con el que podemos dialogar y al que debemos respetar y no un objeto del cual aprovecharse, que es importante reconocer la riqueza de dónde venimos y el desastre hacia dónde vamos.
Asimismo, valdría la pena concientizarnos sobre lo afortunados que somos al tener agua con solo abrir el grifo, calefacción si hace frío o aire acondicionado si hace calor, además de computadoras, pantallas y otros aparatos electrónicos que apagar cuando no los estamos utilizando, incluso, afortunados por tener una economía que nos permite caer en el consumismo.
Nadie puede negar la crisis ambiental, y no solo por lo que se puede ver en los reportes, noticieros o documentales que tratan sobre el tema, sino porque estamos sufriendo el calor sofocante o el frío extremo, la falta de lluvia, la baja de nivel en el agua de las presas, la contaminación de ríos y mares, entre otras cosas que se pueden notar a simple vista. Los desafíos ambientales hace rato que empezaron a superarnos.
Y mientras, los días internacionales, documentos y otras instancias nos alertan sobre el consumo irresponsable, promueven un desarrollo sostenible que respete los límites naturales del planeta y hacen un llamado a cambiar los estilos de vida, y mientras reconocemos la interdependencia de la humanidad y la naturaleza, cabe preguntarnos, hasta que llevemos a cabo cambios substanciales. ¿Resistirá la Madre Tierra?