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¿El feminismo ya fue?

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El feminismo no es una moda, ni una tendencia, es un compromiso político y social que implica una autocrítica constante

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Cada marzo, parece que a las feministas nos vuelven a descongelar. Con cada conmemoración del Día Internacional de la Mujer, las instituciones se apresuran a cumplir con su cuota de género y aunque la lucha ha ganado visibilidad, también ha sido hegemonizada, capitalizada e institucionalizada.

Podrían decir que las feministas nunca estamos de acuerdo con nada, y quizás tengan razón. A lo largo de mi camino en el feminismo, he transitado por distintas perspectivas teóricas y saberes populares un proceso constante de deconstrucción y cuestionamientos; es por ello por lo que me resulta agotador que, cada marzo, las instituciones busquen a las feministas para llenar una agenda con pláticas, talleres y mesas de diálogo, sin ofrecer ninguna retribución más allá de la satisfacción de haber compartido políticamente un espacio. No lo malinterpreten, pero, el feminismo no es solo una fecha en el calendario, sino una forma de vida, una metodología, una postura política y social.

A lo largo de los siglos, la lucha y la visibilización del Día Internacional de la Mujer se ha fortalecido, cada vez más mujeres diversas se suman a ella. Desde hace algunos años, salgo a marchar y en ocasiones, he participado en la organización de movilizaciones. Hubo un tiempo en que otras mujeres me cuidaron para que pudiera salir a exigir justicia un 8 de marzo; ahora es mi turno de hacer lo mismo por otras.

Para los feminismos, la apropiación del espacio público es fundamental, pues durante años se nos han negado esos espacios. Salir a las calles nos permite resignificar lugares donde muchas hemos vivido violencias. Sin embargo, el auge de las redes sociales nos sitúa en una paradoja: por un lado, nos brindan la oportunidad de visibilizar las violencias que enfrentamos en el día a día; por otro, facilitan la desinformación y la proliferación de tendencias pasajeras como la actual: asistir a la marcha sin una verdadera comprensión del significado de la misma.

Esto no quiere decir que no queramos que se integren nuevas personas al movimiento, sino que esta no se reduzca a un simple acto de validación superficial, donde las empresas pinten sus logos de morado, las universidades abran foros temáticos, se suban fotografías a las redes y los gobiernos en turno instrumentalicen el discurso; peligramos en caer en feminismos liberales que miren y se asuman desde el privilegio, bien diría la activista travesetinegra, afrocaribeña y fronteriza Mikaelah Drullard, (2023) en su libro El feminismo ya fue: “Su feminismo liberal no buscareconocer ni revertir el problema colonial, sino administrarlo a través del estado y sus políticas” (Drullard, p28).

Es importante dejar claro que transitar los feminismos no es un camino fácil; implica la responsabilidad de denunciar y confrontar violencias perpetuadas por este sistema capitalista, colonialista y patriarcal. La hegemonía del feminismo blanco, lejos de liberar, está desarticulando los movimientos, convirtiéndolos en una herramienta más para la opresión de los grupos marginados, ya que el discurso de la ultraderecha se sigue posicionando, permitiendo normalizar las violencias sistemáticas, la cultura de la cancelación y el feminismo en prácticas punitivistas, excluyendo a las mujeres trans, lesbianas, negras, discapacitadas, no binarias, trabajadoras sexuales, migrantes, infantes, de la tercera edad, por mencionar algunas, dentro del movimiento.

El feminismo no es una moda, ni una tendencia, es un compromiso político y social que implica una autocrítica constante, una lucha contracultura diaria; es el regresar a los saberes ancestrales de la abuela. A pesar de los obstáculos, el feminismo sigue siendo una lucha transformadora, una apuesta de que otros mundos son posibles. Las mujeres seguimos resistiendo a través de la lucha, el arte, la protesta. Seguimos tomando las calles cada 8 de marzo.

El feminismo ya fue; diría Mikaelah pero en realidad está buscando nuevas formas de subsistir. La pregunta aquí no es si el feminismo sigue vigente, sino cómo logramos que siga siendo una lucha crítica, incluyente y transformadora. La respuesta no está en las instituciones, ni en las redes sociales, sino en los saberes populares y en la deconstrucción constante.

Referencias:

Drullard, M. El feminismo ya fue, (2023) ONA EDICIONES.

Publicado originalmente en El Sol de Puebla.
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Material gráfico
Misael Chirino Durán
Fotografía
Ramón Tecólt González

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