
Entre pesas y prejuicios: género y corporalidad en los gimnasios
Autoría: Tamara Blanca Castillo
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En la actualidad, existe una tendencia que está influyendo profundamente en el estilo de vida y comportamientos de las nuevas generaciones. Esta ha contribuido a desafiar, así como a reforzar algunos estereotipos de género impuestos por la sociedad patriarcal. Para algunos, es un deporte; para otros, un pilar de su estabilidad emocional y para muchos más, una fuente de entretenimiento. Les hablo del gimnasio.
Hace más de dos años que decidí entrar al gimnasio con la intención de llevar una vida sana. Siendo una mujer feminista, me resulta difícil no detectar dinámicas machistas dentro de mi entorno. El gimnasio ha sido históricamente percibido como un espacio masculinizado, donde la fuerza física, el rendimiento y la competencia tienden a estar asociados con una identidad masculina dominante; analizándolo desde la sociología de David Le Breton (2002), el cuerpo se manifiesta en el reflejo de lo social y este puede convertirse en un recurso clave para comprender las representaciones y significados dentro de un colectivo.
El gimnasio culturalmente podemos entenderlo como un espacio donde los cuerpos y las identidades de género se construyen y refuerzan, particularmente en torno a la masculinidad y feminidad. “El cuerpo metaforiza lo social y lo social metaforiza el cuerpo.” (Le Breton, 2002, p.73), cuerpos diversos; pero particularmente todos bajo una misma búsqueda hacia la perfección estereotipada que ha sido fortalecida a través de las redes sociales.
Las actividades de levantamiento de pesas eran consideradas de hombres; mientras que, las áreas de cardio, yoga y danza se asociaban con las mujeres. Esta segregación refuerza la idea de lo que culturalmente se espera de cada género: los hombres deben enfocarse en desarrollar fuerza y musculatura, mientras que las mujeres deben priorizar un físico delgado y tonificado. Las mujeres, por ejemplo, a menudo podemos sentirnos incómodas o fuera de lugar en áreas dominadas por hombres (especialmente en la zona de pesas); a su vez, los hombres pueden sentirse menospreciados si optan por actividades vistas como "femeninas", lo que refuerza que ciertas prácticas de ejercicio están ligadas al género.
Aunado a eso, las redes sociales, en su capacidad de hegemonizar, capitalizar y colonizar los discursos, han jugado un papel clave en los estereotipos de género en el ámbito del fitness, plataformas como Instagram, TikTok y YouTube se han convertido en los principales medios donde los cuerpos y los estilos de vida que se exhiben y validan, refuerzan ideales de belleza y éxito físico.
Como mujeres enfrentamos la delgadez como el estándar estético dominante, el cuerpo debe estar tonificado para verse “femenino”; mientras que, en el caso de los hombres, las redes sociales promueven un cuerpo musculoso. Este ideal estético ha creado presiones para alcanzar un valor personal.
Sin embargo, es importante ver las dos caras de la moneda, existe una contracultura que rompe con estos discursos y dinámicas que generan un resquebrajamiento donde se ha impulsado la apropiación de espacios masculinizados con la presencia de mujeres diversas que rompen con estereotipos propiciados culturalmente, aunque no sean aceptadas por gran parte de la sociedad.
Desde mi experiencia, desafiar la idea de no ser fuerte y de practicar deportes tradicionalmente asociados con los hombres, ha sido un verdadero reto, gracias a esta contracultura, hay una mayor aceptación y admiración por los cuerpos femeninos fuertes y musculosos.
Dentro de la comunidad fitness, se encuentran hombres deconstruyendo su masculinidad, permitiéndose la integración de mujeres y sosteniendo la idea que las mujeres son ser fuertes, reflejando un cambio y un avance en la equidad, esto puede interpretarse desde las teorías contemporáneas sobre la deconstrucción de los roles de género tradicionales, como lo menciona Judith Butler (1999) el género es una "performance", las expectativas de género se construyen a través de acciones repetitivas que las reafirman. La creencia de que las mujeres pueden ser igualmente fuertes que los hombres desafían las normas tradicionales y sugiere un avance hacia la equidad de género en ciertos espacios. El gimnasio, simboliza la resistencia, no solo física ni mental, sino la resistencia colectiva donde existe la posibilidad de reconfigurar y desafiar a esta sociedad patriarcal.
Referencias:
Butler, J. (1999). El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad. PAIDÓS.
Le Breton, D. (2002). La Sociología del cuerpo. Nueva visión.